jueves, abril 22, 2010

Dios

No se qué o quién es Dios, solo se que es mas fuerte que mamá y papá juntos.

miércoles, abril 21, 2010

Regalos


Los regalos están sobre la mesa. Siempre que en un cumpleaños hay regalos están sobre la mesa. De ese modo no se sabe de quién es cuál y se puede disfrutar de todos los regalos. Uno sospecha de quién puede ser cada uno pero lo importante es que los haya. Aun cuando el que los puso ahí es uno mismo.

Gatriel está sentado frente a la puerta de su casa. Mira la puerta como si ésta tuviera poderes hipnóticos. Los globos, las guirnaldas están todo a su alrededor. La música, en un tono suave, busca tener su lugar. Los regalos, sobre la mesa. ¡No falta nada! Bueno, un poco de gente no vendría nada mal. De repente suena el timbre. La cara de preocupación de Gatriel se transforma en alegría pura. Gatriel abre la puerta lo mas rapido que puede. Se sorprende al ver lo que ve: dos hombres vestidos de policías.

- Disculpe las molestias Sr. -dice uno de los policías- pero venimos a confiscar los regalos.
- ¿Por qué? -contesta Gatriel confundido-.
- ¿Estos regalos de quién son?
- Mios
- ¿y quién se los regaló? Acá no veo a nadie.
- Bueno, es que mi mamá me dijo que los habían traído y que después iban a volver. Eso fue hace dos semanas... pero mi mamá no me dijo cuando iban a volver y es de muy mal gusto abrir los regalos sin que los amigos estén presentes.
- Dos semanas fue lo que nosotros estuvimos para descubrir este fraude. El ministerio de Desarrollo Social no permite este tipo de acciones.

Los policías se llevan los regalos.

- ¡No, por favor! -grita Gatriel- Los regalos no. ¡Llevenme a mi!
- Bueno, si es lo que desea...

Los dos hombres lo toman y se lo llevan.

La luz es tenue. La celda tiene todo lo necesario para vivir. Gatriel no la pasa mal. El único problema es que la comparte con alguien mas.

- ¿Y hoy, que soñaste? -pregunta Ponzo emocionado. Su cara no intenta esconder la excitación.
- Lo mismo que ayer y que el otro día y el otro -contesta Gatriel cansado-.
- Si pero, ¿esta vez que regalos había sobre la mesa? ¿La casa era la misma de siempre? ¿los policías aparecieron?
- ¡Basta Ponzo! El sueño fue exactamente el mismo que siempre. La casa de siempre, los regalos de siempre y los policías de siempre. Nada cambió.

Ponzo lo mira con mala cara. No le dice nada pero su actitud habla. Se acuesta en su cama dandole la espalda a Gatriel. Este se queda pensativo, sentado a la mesa de plástico donde come todos los días. Tiene la mirada perdida.

-El silencio de siempre...la soledad de siempre.

Gatriel habla para sí. Sin darse cuenta empieza a tararear la canción de su sueño, de su fiesta de cumpleaños. Sonríe. Se acuesta en su cama con una sonrisa. No recuerda la última vez que lo hizo. Es que nunca tuvo tiempo. Desde que entró a la cárcel lo único que hizo fue preguntarse. ¿Seguirán los regalos en su lugar? ¿Esterán esperándolo para ser abiertos por él? ¿Quién los puso ahí? Muchas preguntas y pocas respuestas.
Esa misma noche Ponzo va a morir. El no lo sabe pero su bazo va a explotar sin razón alguna. Algun pedazo de comida en mal estado, tal vez. También en esa noche Gatriel va a soñar que está en su casa de siempre y con los regalos de siempre pero esta vez, al abrir la puerta, no vera a los policías sino a una gran cantidad de personas sin rostros que bailarán y se divertirán en su fiesta. Ponzo aparecerá en su sueño y le dirá que ninguno de sus invitados tiene rostro. Gatriel lo mirará y le dirá que eso no importa, que la sala está llena y que hay que divertise. Después de este hermoso sueño Gatriel se despertará con el bastón de un policía pegando sobre los barrotes de su celda llamando a Ponzo, diciendo que llegó un regalo para él. Verá que Ponzo está muerto y se lo llevará.
El regalo de Ponzo quedará en el suelo, sin dueño y nadie que lo abra. ¿Qué tendrá en su interior? ¿Será realmente para Ponzo o tal vez se equivocaron y es para él? Ya nada importará. Gatriel se quedará en su celda sin moverse.
Solo.
Otra vez.