miércoles, septiembre 23, 2009

Historias de Tribunales

El hombre se acerca a la puerta. Está a punto de salir. Una gota de sudor le camina por la frente.

- Cesar - dice una voz dulce de mujer.- no te pague todavía.
- Ah -Cesar se da vuelta con dificultad, suspira- son 88 pesos Dra. Obarrios

La oficina de la jueza tiene todas las comodidades. Cesar le lleva libros de cocina hace mas de tres años pero nunca le faltó el respeto o le hablo mal, nunca. El siempre la trató bien. Pero Cesar solo es eso, un vendedor ambulante de libros de cocina, busca a sus victimas observandolos durante meses, escuchando sus conversaciones para ver si comentan algo sobre la cocina, si les gusta , etc. Así la consiguió a la Dra. como compradora corriente. El problema de los vendedores ambulantes es que no siempre consiguen vender libros y a veces necesitan usar diferentes artimañas para vender mas a un mismo comprador.

La Dra. Obarrios se queda sentada en su sillón que da la ventana. Desde allí se ve Lavalle. La mujer se agacha, alcanza su cartera y saca un billete de 100.

Las artimañas pueden ser de lo mas bajas, desde mentir precios hasta agregar un libro en la bolsa de la compradora y cobrarle todos los libros sin que se de cuenta.

Cesar se acerca lentamente hacia la Dra., el recorrido se hace interminable. Extiende su mano y toma el billete.

- No tengo cambio, ¿se lo puedo traer la semana que viene?
- No, mejor la otra semana, cuando vuelvas con nuevos libros.
- Si Dra., como usted diga.

Hay veces no se tiene opción. De todas maneras el problema es de la gente confianzuda porque eso tienta mas a un vendedor. Mujeres como la Dra. Obarrios no se dan cuenta nunca si se les está vendiendo un libro de mas. No les importa. El plan de Cesar era venderle un libro de mas y nunca mas volver porque se daria cuenta de la estafa, tarde o temprano.

Cesar se da vuelta y se acerca a la puerta de entrada. La abre y sale. El palacio de justicia es un lugar enorme. Cesar piensa que por mas que la mujer se diera cuenta ahora de la estafa se perdería entre la gente. Cesar camina con una bolsa grande llena de libros. Camina cada vez mas rapido a medida que se aleja de la oficina de la Dra. Obarrios.

Tal vez volvería dentro de quince días. Total, la mujer no sería capaz de darse cuenta. Tal vez no le importaría y sería una mentira de ambos, serían cómplices.

- ¡Guardias! -gritó la Dra. Obarrios desde la otra punta del edificio- atrapen a ese hombre.
Cesar se da vuelta y sabe que la mujer le está aputando a él. Cinco policías empiezan a correrlo. Cesar, con su bolsa con libros de mil paginas cada uno y su metro noventa, empieza a correr lo mas rapido que puede.

"¡¡pelotudo, pelotudo!! te confiaste demasiado."

Cesar logra salir del edificio. Un policía lo mira a través de la ventana.
- ¡Está llegando a la esquina de Lavalle y Uruguay, vayan por el otro lado! -les dice a través del intercomunicador a sus compañeros.

Cesar sigue corriendo. Llega a la esquina. Camina por Uruguay hasta entra en el subte. Un solo policía logra verlo ir en esa dirección. Lo sigue, entra al subte y Cesar logra subir al tren antes de que se cierren las puertas. La mujer policía choca contra las puertas del subte y ve como se aleja.

"nunca mas. nunca mas."

Cesar respira agitadamente. Se abre paso entre la gente que lo mira y se sienta en el último lugar disponible. Se tranquiliza. Apoya su cabeza sobre el respaldo.

"solo una vez mas, solo una vez mas y ya está".

Diluvio II, el nacimiento

Lluvia y mas lluvia. Hoy no para de llover. En antiguas épocas la lluvia no era mas que un puñado de gotas que caían de una pequeña catarata. Después las nubes revolucionaron el clima con agua que cayendo del cielo. Pero no fue hasta el diluvio universal que no se había visto un día de lluvia con todas las letras. Bah, años y años de lluvia en este caso. Recién después de este diluvio fue que la lluvia se transformó en lo que es ahora. Puede caer agua durante días enteros. Eso la ciudad lo sufre pero el campo lo agradece. Dicen que en la época de Noé, en plena lluvia su mujer dio a luz a un hijo en esa misma embarcación. Noé contaba con 814 años de vida y no podía entender como su mujer podía concebir un hijo cuando el período de gestación debió de durar 200 años ya que ese era el tiempo en el que él y su mujer no tenían relaciones. En esa época no se tenía en cuenta el adulterio así que si Noé lo creeía, así yo lo creo...la cuestion es que este hijo suyo tomó el nombre de Diluvio en honor a esta época gloriosa y espantosa a la vez, donde el Señor demostró todo su poder y misericordia por mas contradictorio que suene. Finalmente la lluvia cesó y la embarcación toco tierra. Todos se bajaron y festejaron. Para entonces Dilvuio tenía 15 años. El problema fue que la tierra a la que llegaron no era de lo mejor para gente grande como Noé y sus hijos. Era un clima frío, había que caminar mucho para llegar al agua y las lluvias ahora cada tanto aparecían haciendo que las viviendas fabricadas no fueron de lo mejor. Uno a uno, todos fueron muriendo. Los animales, que siempre se las rebuscan para subsistir, abandonaron al grupo de personas en busca de mejores lugares para vivir. Así fue como Diluvio se quedó solo. A la ultima persona que enterró fue a Gretel, una muchacha con la que había entablado una gran relación. Solo tenía 120 años y estaba en buena forma. Con Diluvo solían salir a correr apenas amanecía. Un día hicieron una carrera como todos los días pero ella cayó en un pozo y murió ahogada. Diluvio no dudó en saltar dentro del pozo pero para cuando la encontró ya estaba muerta. Le hizo un entierro y lloró como nunca lo había hecho. Sus lágrimas eran constantes. Ese día el sol se escondió antes de lo normal, como si no le gustara lo que veía.

martes, septiembre 22, 2009

Diluvio I

- No se puede –dijo el ángel con mas miedo que autoridad-.
- ¿Me vas a decir a mí que se puede y que no se puede hacer?
- No Señor, pero, creí que había dicho que nosotros íbamos a ser los únicos que-
- Se lo que dije –lo interrumpió- pero no puedo dejarlos solos. Adán y Eva perdieron el rumbo pero ellos son mejores.
- Son de la misma sangre que ellos. ¿Por qué habrían de serlo?
- Sus vidas, son diferentes.
- Pero son muchos, como va a lograr...donde van a vivir? Acá? –dijo el Angel con cierta ironía-.
- No, a las cuevas no. –respondió el Señor con firmeza- Sobre la superficie. Que se multipliquen donde Adán y Eva no pudieron.
El rostro del Angel cambió notoriamente pero trató de disimularla. Se produjo un silencio. El angel estaba a punto de decir algo pero no lo hizo.
- ¿Y como va a elegir a esos algunos?
- El agua. Voy a hacer que corra de arriba hacia abajo.
- ¿Cómo? –preguntó el Angel sin entender demasiado-.
- Lluvia, ese es su nombre, las nubes dejarán caer agua hacia la tierra y el mundo se hundirá. Solo los que escuchen mi voz podrán salvarse.
- Pero Señor, nadie se salvará.
- Si. Algunos lo lograrán.
El ángel miraba con recelo al Señor. Había sido el único al principio de los tiempos. El primer hombre. Perfecto. Luego, con la llegada de Adán y Eva, quedó relegado en la consideración del Señor. Él estaba orgulloso de su nueva obra y seguía muy de cerca a su nueva creación. El ángel sabía de su existencia pero ellos no de la suya. Desde las cuevas el ángel fue el gran testigo de la ira del Señor previo a la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. El ángel lo tomó con mucha naturalidad, no esperaba menos de dos seres imperfectos y débiles como ellos, pensaba que no demostraban la grandeza del Señor. Esto lo tenía molesto, pero nunca le dijo nada al Señor.