Sintiendo Colonia
Ayer estaba volviendo a mi casa luego de haber tenido un día bastante cansador con el laburo. Eso hacía todos los días, pero ayer especialmente se me cruzó por la cabeza no volver, escapar de mi mujer, de mis hijos, de este laburo sin futuro, de toda la realidad que me rodeaba y me encerraba en un callejón sin salida ni futuro. Empecé a buscar una excusa para escapar de todo por lo que empecé a correr hacia el río y me senté en la orilla. Comenzó a surgirme la loca idea de que podía esperar a que hubiera una sudestada, una inundación mágica que ocupara cada rincón de la ciudad. Ya me podía imaginar como el agua me llevaba a un lugar diferente, a un lugar donde nunca había estado, un lugar como Uruguay. Ya podía sentir como el suelo arenoso de Colonia me masajeaba la espalda, como el viento me acariciaba el rostro y como el agua se colaba entre mis poros. Si, ya podía sentir todo esto, en especial los bikinis: me podía imaginar como bikinis y bikinis desfilaban delante mío sin cansancio. Aaahhh, ¡esto sí que era vida! Pero de repente volví a la realidad, y la impotencia que sentía era monstruosa por lo que decidí sacarme los zapatos y las medias para meter mis pies en el río y hacer un poco mas real mi sueño. Tarde me di cuenta que ese fue el peor error que podía haber cometido, porque el río estaba helado. No puedo explicar el frío que se caló entre mis huesos, y eso que fueron pocos segundos. Saqué rápidamente mis pies del agua, me los sequé y me puse nuevamente las medias y los zapatos. Me quedé un rato mas mirando el agua con cierta melancolía: una tormenta de nieve se había apoderado de Colonia, la había congelado... como a mi corazón. Definitivamente la huida se tenía que postergar hasta por lo menos el verano. Lentamente me puse de pie y me fui caminando a casa con cierta dificultad a causa del dolor que sentía en los pies por el frío del agua.
1 Comentarios:
que ganas de verte en bikini guacho.
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